Cincuenta

Si pudiera sentarme frente a ti
Contarte todas las veces que no me duermo
si no vienes  y das un paseo por mi mente
las veces que te recuerdo en mis poemas
las veces que cierro los ojos y dibujo en mi mente tus palabras
y enumero los te quiero
y nuestros esfuerzos por olvidarnos
que ya ascienden a varios miles

Enumero
a menudo
las veces que nos recordamos
deseando amarnos

Ay, si supieras
Si superamos, al menos
Ponerle fin a esta historia.

Mi Cochabamba

Me gusta caminar por Cochabamba imaginando que estoy en la bella París. En cada paso que doy siento a los franchutes y sus aromas rodearme. Cada vez que cruzo el puente Cala-Cala imagino que debajo de él transita libre el navegable Sena con sus extravagantes yates a la orilla. Al caminar por el Prado me imagino estar atravesando la bella y alucinante Champs Elysees y hasta escucho la voz de Joe Dassin cantando tras mis pasos “Aux Champs Elysées”. Eso me hace feliz. Invento una realidad paralela que me ayuda a rememorar un pasado que fue bellísimo para inventarme un presente que me traiga las mismas satisfacciones. Qué belleza, ¿no? No se trata de rendirme y sucumbir; se trata de inventar aquello que me ayude a seguir avanzando, soñando, inventando que el mañana traerá gratificaciones. Contrario a la famosa frase “todo tiempo pasado fue mejor”, yo sueño con construirme un tiempo futuro que le dé mil patadas al pasado. Es decir, un futuro por el que valga la pena vivir.

París se olvidó de mí

París se olvidó de mí
pero no la gente
París no me reconoce en las calles
pero sí la gente
Voy descendiendo por Menilmontant
y no me reconozco en París
no me reconozco en las calles
pero sé que hay un vívido reflejo de mi esencia
en los ojos de la gente
están felices de haber tocado sus vidas con la mía
bello es que nuestros caminos se entrecruzaran en algún punto
que estemos hoy intercambiando miradas de agradecimiento
bajo el pálido cielo de París
que se olvidó de mí
pero sigue amándome

Cuarenta y ocho

A veces me asalta el recuerdo de tu mirada al caminar por las calles
y me persigue la sicótica manía de verte en cada transeúnte
y suspiro de emoción mientras
regreso a la realidad de tu ausencia

En ocasiones te sueño
ahí te vuelvo a amar

Siempre te escribo poemas
en ellos desahogo esto que llevo adentro
que más que disminuir
aumenta conforme aumenta la distancia

Son poemas
de nostalgia
de ausencia
de anhelos

Cuarenta y siete

No es que me complique demasiado
el problema es que
cuando me llegan estos días
me veo superada
y ya no son cuestionamientos del tipo quiénes somos y a dónde vamos
sino
qué cosas sustentan mi moralidad
mi fe
mis principios
con qué pienso conseguir mis sueños
y claro
ahí si tenemos un problema
porque necesito reflexionar
y no dispongo de tiempo
ahí es cuando necesito respirar profundo
y no dispongo de pulmones.

Cuarenta y seis

¿Qué clase de loca sería
Si justo ahora
Frente a esos ojos que me hipnotizan
Rompiera el código más preciado de mi existencia?

¿De qué me habrían valido todos esos años de cuidadoso ostracismo
Si ante tu hermosa sonrisa
Caigo rendida y me comienzo a entregar hasta dejar de saber quién he sido
Y convertirme en lo que tú me haces?

 Hay que ver cómo de pronto llegas tú
y todo lo que solía calificarse como “yo soy así”
Queda supeditado al humor de tu existencia
Al favor de tu viento
A ese soy que ahora es somos
A esa vida que ahora es nuestra
Y ya no tengo vida propia, mucho menos anhelos.

Hay que ver cómo de pronto llegas tú
Hay que ver cómo de pronto se me dibuja la silueta de tus labios en el cuello
Y la caricia de tus manos en la nuca
Y ahora al fin entiendo que los que hablaban de príncipes azules hablaban de ti
Y los que hablaban de amor hablaban de nosotros.