La memoria es esa extraña residente de la cabeza
que a los elegidos, sólo a ellos,
les recorre el cuerpo, se les desliza por el brazo,
se funde con la tinta
y se vuelve presente a la vez que pasado
se vuelve, la memoria, eviterna.
Author: Llave de Cristal
Doscientos treinta y uno
¿Qué va a pasar con mis opiniones vertidas,
con mis diarios,
con mis ilusiones,
con mis pensamientos inadecuados
y mis palabrotas
cuando las siete letras de mi nombre se desvanezcan
y mi apellido ya no se pronuncie?
Doscientos treinta
Soy el camino a la nostalgia,
a la distancia,
puedes comenzar a recorrerme,
a descifrarme enigma.
*
Como en Urzagasti
soy la llanura solitaria,
la que no promete
y esconde tesoros tras la nada.
*
Pon tus pasos sobre mis huellas
y no te desanimes,
no pierdas el alma
por miedo a recuperarla.
Doscientos veintinueve
La muralla de rocas que me aparta del mar
se abre para mostrarme ese país herido
donde una vieja pordiosera
(llamada también pueblo)
hierve los buenos recuerdos
(de todo pasado que fue mejor)
en una olla de rabia e impotencia
para sacar de los huesos el calcio
y bebérselo a modo de consuelo.
Doscientos veintiocho
He sentido ese aroma
en tantas manos, en tantas pieles
¿Será que todos huelen así en este país?
¿Será que sólo un aroma prevalece a la hora de amar?
Doscientos veintisiete
No tengo pasado
mi vida comenzó en París hace unos meses
y sin embargo aún no he querido vivirla.
Quizás porque París se olvidó de mí
vomitó su vanguardia artística sobre mis poemas
y hundió mis cuentos en el río bajo el puente de los candados.
Primero me besó con los labios de Pascal en las calles de Belleville
Luego cerró los ojos para dormir y en el trayecto onírico me olvidó.
Desde entonces vago sin pasado, sin futuro
y con apenas fuerzas para (re)comenzar.
Doscientos veintiséis
No hay mal que dure cien años,
pero hay dolores que no se superan
no importa el tiempo que pase.
Doscientos veinticinco
Involucramiento propio
¿Acaso puede haber un involucramiento ajeno?
¿Subjetivo u objetivo?
Yo no sé involucrarme siquiera
mal podría elucubrar desde mi balcón.
Doscientos veinticuatro
Soy la alita rota del ángel caído,
la red perforada del arco vencido,
o tan sólo
la voz agotada de un viejo silbido.
Doscientos veintitres
Soy semilla en campo ajeno
por eso no germino,
no podría echar raíces
donde no podré hacer hogar.